miércoles, 21 de diciembre de 2011

Querida S:

Sólo puedo pensar en ti. Te quiero, pero no me veo capaz de hacerte feliz. Aunque nunca me ha gustado eso de tirar la toalla, así que seguiré intentándolo. Y mientras escribo esto, todos los momentos que pasé junto a ti me vienen a la mente, del primero al último, desde que te conocí hasta que viniste aquí... Y aquella noche... recuerdo aquel tema lento, tu piel sudando bajo mi cuerpo, despertando sentimientos de amor y rabia, por no estar junto a ti, pero te doy las gracias por estar ahí, eso es inevitable, no hay ninguna solución, pero yo estoy dispuesto a pasar por esto y más. Hasta pronto, espero.
                                      Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

lunes, 17 de octubre de 2011

Querida Sara:

Hace un tiempo que no te escribo. Simplemente, no encontraba las palabras. Pienso en ti a cada instante, y aún no sé cómo agradecértelo. Te echo de menos, ¿sabes? Aunque tienes cosas que me frustran. Cosas de las que prefiero no hablar aquí, aunque ya sabes a lo que me refiero. Y por mucho que me moleste (y me dan la razón, tanto los de aquí como los demás que te conocen), te quiero. Porque yo nunca busqué a la chica perfecta. Yo busqué a una chica a la que querer con sus defectos. Y, por suerte, la encontré. Gracias.
                                     Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

sábado, 27 de agosto de 2011

Queridos Lectores:

Un suceso ha cambiado mi vida. Un hecho inesperado, sorprendente. Todavía no salgo de mi asombro. He roto una promesa que me había hecho a mí mismo... Una que estaba decidido a cumplir. Y me alegro de haberla roto. Porque ella lo merece, eso y más. Porque ella consigue que me pierda en su mirada, en su aroma, en su voz, en su piel... porque hace que quiera perderme en ella. Por eso, a partir de ahora, mis cartas irán dirigidas única y exclusivamente a ella, sin importar el tipo de misiva que escriba. Gracias a todos por tener la paciencia de hurgar entre mis pensamientos y sentimientos más profundos.
                                 Siempre vuestro, G.
P.D.: Os quiero.

jueves, 28 de julio de 2011

Querida Í:

Ahora mismo, me vienen a la mente todos esos momentos en los que te miraba sin que te dieras cuenta. Esos momentos en que tu sonreías ligeramente, ladeabas la cabeza y entrecerrabas los ojos. En ese instante, el tiempo se detenía, y todo se quedaba en silencio. Sólo existías tú. ¡Cuántas veces deseé dejarme llevar! Y sin embargo, no me atreví. Pero ahora sí que lo he hecho, y vuelvo a estar feliz, pienso en ti, y tengo la esperanza de que llegues a ser sólo mía. Por mí ya lo serías, pero no quiero presionarte. Quiero que seas tú la que decida el ritmo. De momento, me contento con estar contigo, con poder disfrutar de tu presencia y tu contacto, de poder escucharte, de aprender cada vez más sobre ti. Me encantas, y quiero que todo el mundo sepa que haré lo que sea para que esto dure. Eres mi fuente de inspiración, y yo soy
                                      Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

viernes, 22 de julio de 2011

Querida A:

Quiero ser esa persona que te levanta cuando caes, que te anima cuando pierdes, que se alegra cuando ganas. Quiero ser esa persona en quien confias, esa persona en quien te refugias, esa persona que te abraza cuando tienes miedo para alejar a tus sombras y temores. Quiero ser tu consejero, quiero que me aconsejes, quiero que nos ayudemos mutuamente.
Quiero poder escucharte respirar cada segundo de mi vida, quiero que me abraces, que me beses. Quiero poder perderme en tus ojos, en tus caricias, en tu aroma. Quiero olvidarme del mundo, de dónde estoy, de los demás. Quiero que el tiempo se detenga cuando estoy contigo,que el mundo deje de girar, que incluso los dioses aguanten el aliento. Quiero que sepas que te quiero.
Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

miércoles, 20 de julio de 2011

Querida M:

Lo siento.
Parpadeo, y cada vez te veo más distante.
Respiro, y a cada instante tu aroma se extingue más rápido.
Te abrazo, y a cada contacto te noto más fría.
¿Por qué? No lo sé. No quieres decirme qué he hecho mal. Disfrutaba tanto con nuestra amistad... Una relación bonita y sincera. Luego hubo una chispa, pero no pude decir nada. Ya sabes porqué. También tenía mucho miedo de que esa chispa desencadenara un incendio que arrasara nuestra amistad, que ya no quedara nada, porque yo estaba dispuesto a ser sólo un amigo. Ignoro si fue esa chispa lo que nos alejó, pero no se ha apagado. Sigo guardándola, aunque quizás todo sería más fácil si permitiera que se apagara. Tal vez podría olvidar, no sé. Nunca aspiré a ser tu príncipe azul, sé que no estoy a la altura. Sólo quiero recuperar nuestra amistad, que me digas qué hice mal para poder solucionarlo, que me des otra oportunidad. Quiero poder disfrutar otra vez de tardes enteras a tu lado. La chispa seguirá ahí, pero sabré controlarla. La vida me ha dado demasiados golpes. Y éste ha sido uno de los más duros. Porque es como si ya no existiera para ti. Y eso me duele. Después de todo, me has relegado al olvido. Si me odiases, sabría que al menos aún significo algo para ti, que me recuerdas, que ocupo un lugar en tus pensamientos, pero ahora es como si nunca hubiésemos coincidido. No sé si leerás esto, pero, por favor, te pido que me perdones. Empecemos de cero. Te echo de menos.
                                      Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

lunes, 18 de julio de 2011

Querida A:

Perdón por haber tardado tanto en escribirte. No sabía que decir y no quería malgastar el papel en decirte las mismas palabras sin sentido que puede decirte cualquier desconocido para camelarte. Al final me di cuenta de que no hace falta que me rompa la cabeza pensando y pensando para encontrar algo bonito y original que decirte. Basta con que escriba lo que se me pasa por la mente, lo que siento. Es curioso, ¿verdad? Intentaba escribir con la cabeza lo que sólo se puede escribir con el corazón. Pero lo que yo siento por ti lo siento con el corazón. Y es algo que mi cerebro no puede explicar. Y a pesar de saber que tú no sientes lo mismo por mí, cuando escribo esto sólo siento alivio. Porque aunque sea indirectamente, hablo contigo y te cuento lo que me pasa, lo que me gustaría que te pasara a ti. Porque soñar es gratis, y pocas cosas tan baratas, producen tanto placer y alegría. Aunque también cause sufrimiento, claro. Pero prefiero quedarme con el lado bueno de las cosas. Soy optimista. Y tengo que serlo, o ya hace tiempo que me habría pegado un tiro. Espero que te des cuenta de que me estoy abriendo a ti como no me he abierto nunca a nadie. Y dudo que vuelva a hacerlo. Porque ya sabes que soy
                                               Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

viernes, 8 de julio de 2011

Querida M:

Te extraño. Echo de menos tu sonrisa, tu mirada, tu voz. Echo de menos el hablar contigo, el simple hecho de estar contigo. Cuando tú no estás noto un vacío, y pierdo el hilo, y me distraigo todo el rato. ¿Para qué salir si tu no vas a estar ahí? Y será como si no estuvieras cuando nos veamos. A veces pienso que me precipité, que tendría que haber esperado, o incluso no haber hablado nunca, porque ya nunca será lo mismo. Y eso es algo que me duele. Todo parece malo, ¿verdad? Y sin embargo…
Cuando estás cerca de mí me siento en las nubes. Olvido mis problemas y una musiquilla agradable resuena en mi cabeza. Lo único que me preocupa es que estés y te lo pases bien. Veo el lado positivo de las cosas y tengo ganas de todo. Están claras dos cosas: que me sientas bien, y que eres como una droga. Ahora me has dado una nueva oportunidad, y te aseguro que la voy a aprovechar.
                                                                                    Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

miércoles, 6 de julio de 2011

Querida M:

Sí, me jode, pero soy humano, es normal que me duela, ¿no? Intento olvidarlo pensando en que no soy tu dueño, en que entre nosotros no hay nada más que amistad, pero me cuesta dormirme, me olvido de que estoy con la gente, pierdo las ganas de todo, ni siquiera me apetece hablar con nadie, porque el único pensamiento que me viene a la mente son sus labios acariciando los tuyos, vuestros cuerpos pegados, frótandose... Sí, me jode. Lo único que me apetece es mirarte, pero no puedo porque no estás, y cuando estás me da vergüenza que me veas observarte. Porque ahora ya lo sabes. Y sin embargo, no puedo enfadarme contigo, ni podría aunque quisiera. Por mucho que sienta ganas de llorar, de aislarme. Porque no soy tu dueño. Pero, por suerte o por desgracia, aún está por ver, yo sí que soy y seré
                                                                                Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

domingo, 3 de julio de 2011

Querida E:

Un escalofrío me recorre la espalda a pesar del calor. Tengo el vello de la nuca de punta, estoy nervioso, ¿llamo o no llamo? Por fin me decido, me acerco al telefonillo, cierro los ojos un momento y respiro hondo. Levanto la mano y aprieto el botón del telefonillo. Me preguntas que quién soy. Te digo que si puedes bajar y reconoces mi voz. “¿Pasa algo?”, me dices. “Tenemos que hablar”, te contesto, y cuelgas. Mientras espero me voy poniendo cada vez más nervioso, y estoy a punto de largarme. Me siento en las escaleras, me apoyo en las rodillas y me paso una mano por la cabeza y después por la barbilla. Se abre la puerta y me levanto, pero al darme la vuelta veo que no eres tú. Saludo a tu vecino y pego la cara al cristal para ver si se mueve algún ascensor. Uno llega al cero y me aparto. Acaba de empezar a lloviznar. Esta vez sí que eres tú la que sale por la puerta. Pareces preocupada, y sorprendida de verme. “¿Qué haces aquí?” No soy capaz de mirarte. “Necesitaba hablar contigo antes de que te fueras”. Me miras, como haciéndome preguntas con los ojos. “Mira, yo… te quiero, ¿vale? Pero no quiero agobiarte. Sólo quería decírtelo.” Me miras con la boca abierta. Me remuevo incómodo mientras espero a que digas algo. Pero sigues callada. “Bueno… pues eso. Adiós.” Y me doy media vuelta para marcharme. “¡Espera!” Me quedo paralizado en los escalones y me giro de nuevo hacia ti. Caminas hasta mí y te paras en el escalón de encima del mío. Me miras y me abrazas. Te separas un poco de mí… y me besas. Un beso tierno, un beso en el que, sin palabras, me lo dices todo… Lástima que no pasara así. Llegué tarde, perdí mi oportunidad. Y a pesar de que no quisiste hacerme daño, no lo conseguiste. Y no es culpa tuya. Quizás, si llego a actuar a tiempo, todo habría sido diferente. Ahora sé que ya me puedo ir olvidando de ti. Y lo siento de veras. Me habría gustado intentarlo.
                                                                                  Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

viernes, 1 de julio de 2011

Querida E:

¿Sabes? Me dicen que no vale la pena esperar. Que me olvide de ti. Que disfrute. Pero no soy capaz. Sí, lo he intentado. ¿Te extraña? Me haces sufrir, no es algo tan raro que quiera borrarte de mi mente, creo. Pero no soy capaz. Porque te quiero, y eso es algo que no va a cambiar por mucho tiempo que pase. Eres el pensamiento que me anima a seguir, el hálito que me da vida, el soplo que me ayuda a respirar… eres mi todo. Y por eso estoy dispuesto a esperar lo que sea necesario.
                                                                                 Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

miércoles, 29 de junio de 2011

Querida N:

Yo que soy un animal, que no
entiendo de nada, que todo me
sale mal. Te tuve 100 días, dentro
de mi cama, no te supe aprovechar.

Ando perdido pensando que estás
sola y pude haber sido tu abrigo
cuelgo de un hilo, rebaño las sobras
que aún quedan de tu cariño.

Yo que me quiero aliviar escribiéndote
un tema diciéndote la verdad
cumplo condena por ese mal
día haberte dejado marchar.

Yo pienso en aquella tarde
cuando me arrepentí de todo.
Daría, todo lo daría por estar
contigo y no sentirme sólo.

A ti que te supo tan mal que yo
me encariñara con esa facilidad
me emborrachara los días
que tú no tenías que trabajar.

Era un domingo llegaba después
de tres días comiendo el mundo.
Todo se acaba dijiste mirándome
que ya no estábamos juntos.

Yo pienso en aquella tarde
cuando me arrepentí de todo.
Daría, todo lo daría por estar
contigo y no sentirme sólo.

Yo pienso en aquella tarde
cuando me arrepentí de todo.
Daría, todo lo daría por estar
contigo y no sentirme sólo.

Yo pienso en aquella tarde
cuando me arrepentí de todo.

Yo pienso en aquella tarde
cuando me arrepentí de todo.
                                                                                                                    Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

miércoles, 22 de junio de 2011

Querida E:

Me siento a pensar un segundo, y lo único que me viene a la mente eres tú. Intento esconder lo que te echo de menos, pero no lo consigo. La última vez lo llamaste obsesión pasajera. ¿Y ahora que ya llevo así dos años? ¿Obsesión duradera? No sé como hacer para que te des cuenta de que lo que siento no va a cambiar, que no es un capricho, que yo estaré esperándote siempre, que puedes utilizarme para desahogarte cuando lo necesites, que tendrás en mí un amigo mientras lo quieras, un oído atento a cualquier sonido o un hombro impermeable. Quiero que sepas que yo no me rendiré, que estaré aquí esperando mi oportunidad, una oportunidad que puede que nunca llegue, pero por esa pequeña posibilidad de que sí, yo seguiré atento y vigilante a cualquier señal que quieras mandarme.
                                                                                    Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

Querida R:

Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...

-Me vas a olvidar -dijiste-.
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... -Presente
has de estar siempre en mi alma.

-Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós... Me entregaste
tu mano suave y rosada,

y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
... Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...

Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban de lágrimas.

Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento,
y aquel temblor de tu alma.

Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
... Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.

                                                                              Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

martes, 21 de junio de 2011

Querida I:

Hoy, al fin he caído en la cuenta de que la naturaleza es sabia. Pone a cada uno en su sitio, otorga lo merecido. Lo que nosotros conocemos como "desgracias", son en realidad avisos, para que no olvidemos nuestra condición de seres inferiores sujetos a unas reglas que no controlamos. ¿Quién nos dice que nuestra desafortunada separación no es sino otra de sus indescifrables pruebas? ¿Quién nos dice que no volveremos a reunirnos de aquí a un tiempo? Deseo fervientemente volver a verte, escuchar tu suave y dulce voz acariciando mis oídos al tiempo que tus manos y tu respiración acelerada lo hacen con mi piel, al tiempo que tus profundos ojos marrones se sumergen en los míos, arrancándome mis secretos más ocultos, al tiempo que tu olor me hace enloquecer de nuevo. Sé que gracias a Dios, no eres perfecta, puesto que también en ese sentido la naturaleza ha sido sabia: lo perfecto sería aburrido, tedioso. Porque cuando quieres a una persona, no la quieres sólo por sus virtudes, sino también por sus defectos. Porque cuando realmente amas a una persona, esperas lo que haga falta para entregarte a ella sin reservas ni condiciones. Ahora, el tiempo apremia, otra de las genialidades de la naturaleza, pues de lo contrario nunca pasaría el tiempo que falta para verme de nuevo reflejado en los espejos de tus ojos, las puertas de tu alma. Ojalá pudiera leerte esta carta yo mismo, al calor de una hoguera, con la cabeza apoyada en tu regazo. Hasta que ese ansiado momento llegue, rezaré al destino para que me permita llegar a ser
                                                                                   siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.