Un suceso ha cambiado mi vida. Un hecho inesperado, sorprendente. Todavía no salgo de mi asombro. He roto una promesa que me había hecho a mí mismo... Una que estaba decidido a cumplir. Y me alegro de haberla roto. Porque ella lo merece, eso y más. Porque ella consigue que me pierda en su mirada, en su aroma, en su voz, en su piel... porque hace que quiera perderme en ella. Por eso, a partir de ahora, mis cartas irán dirigidas única y exclusivamente a ella, sin importar el tipo de misiva que escriba. Gracias a todos por tener la paciencia de hurgar entre mis pensamientos y sentimientos más profundos.
Siempre vuestro, G.
P.D.: Os quiero.
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