miércoles, 15 de agosto de 2012

Para mi querida Reyes:

La echo de menos. Echo de menos su presencia, su calor, su contacto, su olor, que me recuerda de continuo su jersey, la única "prenda" que dejó como prueba de su última partida. La canción que tocaba con la guitarra mientras ella se arreglaba en el baño me acaricia los oídos incluso cuando no suena, ajena a los recuerdos que me trae, a los sentimientos encontrados que produce en mí, ese choque de sensaciones contradictorias que vuelan fugaces como un jirón de niebla perdido. Echo de menos su sonrisa, su mirada, su voz, sus abrazos, sus besos, sus "te quiero", sus juegos, sus insinuaciones, sus dobles sentidos, su picardía, su inocencia... La echo de menos. Y la echaré. Porque sé que no volverá a mí. No después de esto. Ojalá se hubiesen dado otras circunstancias. Ojalá hubiese llegado un año antes. Ojalá hubiese podido hacerle cambiar de opinión, que fuese como en las películas, que después de aparecer junto a ella en el último instante, llamarla por su nombre, por encima del ruido, y gritarle que se quedase conmigo, lo hiciese. Pero eso es algo que nunca sucederá. No pude hacer nada. Y ahora la he perdido. Para siempre. Pero si tengo algo claro, es que, por mucho tiempo que pase, ella nunca me perderá a mí.
                               Siempre tuyo, Guille.
P.D.: Siempre te querré.

lunes, 13 de agosto de 2012

Querida R:

En fin. Fue bonito mientras duró. Pero ya está, se acabó, mañana será el último día, y no volverá a suceder. No será lo mismo, aunque no cambiará tanto. Ojalá se diera otra situación, ojalá no estuviese él, ni el viaje... Pero yo estaré ahí. Siempre. Esperaré.
                                                                                 Siempre tuyo, G.
P.D.: Siempre te querré.

jueves, 9 de agosto de 2012

Querida R:

Todo lo que te digo no es ni la mínima parte de todo lo que te quiero decir y no soy capaz de explicar. ¿Cómo explicarte que quiero que te despiertes cada mañana con un "Buenos días princesa" que provenga de mí? ¿Cómo explicar esa necesidad de tenerte cerca, de hablar contigo, de formar parte de tu vida? ¿Cómo explicar que quiero que mi ropa huela a ti, que nos vean como un conjunto? ¿Cómo explicar que quiero que sigamos hablando incluso aunque acabemos de vernos un instante antes, que cada beso pare el tiempo a nuestro alrededor, que cada caricia paralice el mundo entero? ¿Cómo explicar esa maravillosa sensación cuando me hablas y me doy cuenta de que estabas pensando en mí? ¿Cómo explicar esa complicidad que se crea entre nosotros cuando hablamos con segundos significados delante de los demás, sin que se den cuenta de lo que en realidad estamos diciendo? ¿Cómo explicar que desearía que cada instante que paso contigo fuese eterno, poder gritar al viento que te quiero, que lo supiera todo el mundo... y que supiesen que tú a mí también? ¿Cómo explicar lo mucho que desearía saberlo yo también? ¿Cómo explicar que te quiero para mí, que quiero que me des una única oportunidad, que haré que nunca te arrepientas de concedérmela? ¿Cómo explicar  lo que siento por ti? De momento, intento resumirlo diciendo que te quiero, aunque ya ves que es difícil de explicar.
                                                                                  Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Querida R:

No aprendo. ¿Por qué me pasa esto con quien no debe pasarme? Porque no tendría que haberme pasado contigo. Porque, muy a mi pesar, sé que no va a pasar nada. Porque ya tienes a alguien especial. Y nunca podré cumplir mis sueños de pasear juntos de la mano, de sentarnos en la hierba una tarde de verano con tu cabeza apoyada sobre mi hombro, mirarte fijamente a los ojos y saber que sientes lo mismo que yo. Nunca podré descansar sobre tu pecho, sinitiendo cada respiración, cada latido, y formando parte de ello. Porque quiero que seas feliz, y por eso me apartaré, e incluso te ayudaré a que lo seas con él y no conmigo, cuando lo único que quiero es ser un egoísta, tenerte sólo para mí y nadie más, no compartirte con nadie, poder decirte todos los días que te quiero y escuchar por respuesta un "y yo", y que sea sincero, sentido... para mí. Sólo para mí. Y tratarte cada instante como te mereces, como a una princesa. Vivir para ti, y no sólo un año y medio. Sin discusiones. Aceptarnos con nuestras virtudes y defectos. Vivir para quererte.
                                   Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

lunes, 6 de agosto de 2012

Querida R:

A veces, la vida sorprende a las personas con una grata compañía que no puede ofrecer más que horas de té y risas en algún café de la ciudad. Dos almas gemelas que tuvieron el infortunio de conocerse fuera de su tiempo, como en un desafío del destino, como en un juego prohibido de miradas y besos furtivos a escondidas. Y esas dos partes del todo, que se conformarían con poder estar juntos, lamentándose por el tiempo separados, por las horas de infierno uno lejos del otro, sólo poseedores del recuerdo de los momentos tan gratamente compartidos. Dos seres condenados a no poder amarse, dos almas condenadas a perder la esperanza de su amor, lamentándose por la imposibilidad de caminar uno al lado del otro y cogidos de la mano por el núcleo histórico de la ciudad, por el día y por la noche, mientras las olas del mar les entregan la mejor balada, dejando ella descansar su rostro en el pecho de él, haciéndole caricias en el cuello al besarlo y rozar con sus cabellos castaños la morena piel de galán que viste en las noches de estío. Los tiempos de silencio en los que dejan escapar los sucesivos suspiros en sus largas conversaciones de primavera llevan un aroma a vainilla y a menta que reviven en ella el corazón, despertando el deseo, todo mientras él gira la cabeza y vuelve a lamentarse por la suerte no conocida hasta su llegada, disparando fotos con la mirada para no olvidar nunca su belleza, para grabarla a fuego en el pecho como un diamante pulido. Como en una extraña coincidencia, llega uno a la vida del otro, como una locura de pasión guardada bajo llave, consintiéndose miradas llenas de misterio por descubrir y palabras que pueden ir más allá de la amistad, viendo todo lo que hay en el interior del otro a través del corazón.
Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

Querida R:

Esos momentos en que necesitas darle un golpe a la pared. Esa sensación de impotencia. Esa chica especial, que piensa que tú también lo eres. Y lo que no pasará entre vosotros por circunstancias ajenas. Esas ganas de llorar. Esas lágrimas que acaban cayendo. Esas canciones tristes que escuchas sin parar. Esas conversaciones antiguas que lees una y otra vez. Ese vacío indefinible que se te adentra a cada instante, cada vez que la ves, que piensas en ella. Ese dolor contenido que nadie puede comprender, por mucho que lo hayan sufrido también. Esa sensación de soledad incluso al estar rodeado de gente. Ese pensamiento que repite continuamente que te avisó. Que te olvidases del asunto. Que te olvidases. Que no iba a ningún lado. Estar desprotegido cuando se confirma... Y que en ese momento te diga que te quiere, y que aún así no habrá nada más. Que todo quedará igual. Y no saber cómo desahogarte, porque incluso lo que siempre funciona, esta vez no da resultado. Que tu don te falle. Y sentirte más desvalido que nunca.
P.D.: Te quiero.
                                     Siempre tuyo, G.