miércoles, 20 de julio de 2011

Querida M:

Lo siento.
Parpadeo, y cada vez te veo más distante.
Respiro, y a cada instante tu aroma se extingue más rápido.
Te abrazo, y a cada contacto te noto más fría.
¿Por qué? No lo sé. No quieres decirme qué he hecho mal. Disfrutaba tanto con nuestra amistad... Una relación bonita y sincera. Luego hubo una chispa, pero no pude decir nada. Ya sabes porqué. También tenía mucho miedo de que esa chispa desencadenara un incendio que arrasara nuestra amistad, que ya no quedara nada, porque yo estaba dispuesto a ser sólo un amigo. Ignoro si fue esa chispa lo que nos alejó, pero no se ha apagado. Sigo guardándola, aunque quizás todo sería más fácil si permitiera que se apagara. Tal vez podría olvidar, no sé. Nunca aspiré a ser tu príncipe azul, sé que no estoy a la altura. Sólo quiero recuperar nuestra amistad, que me digas qué hice mal para poder solucionarlo, que me des otra oportunidad. Quiero poder disfrutar otra vez de tardes enteras a tu lado. La chispa seguirá ahí, pero sabré controlarla. La vida me ha dado demasiados golpes. Y éste ha sido uno de los más duros. Porque es como si ya no existiera para ti. Y eso me duele. Después de todo, me has relegado al olvido. Si me odiases, sabría que al menos aún significo algo para ti, que me recuerdas, que ocupo un lugar en tus pensamientos, pero ahora es como si nunca hubiésemos coincidido. No sé si leerás esto, pero, por favor, te pido que me perdones. Empecemos de cero. Te echo de menos.
                                      Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario