sábado, 21 de diciembre de 2019

Textowski

Pese al frío que nos envuelve en la noche, pese al vaho que difumina el escaso calor que se aferra a nuestros cuerpos, pese al gélido metal que horada nuestra piel en busca de un bien tan preciado en la oscuridad, el fuego más ardiente nace en mi interior cada vez que glorificas mi vista con tu presencia,encendiendo en mí los deseos más primarios del hombre,activando cada célula de mi existencia, cada partícula de deseo que hay en mí. Y cómo te deseo. Cómo ansío saborear cada milímetro de tu tez, cómo suspiro por enredar mis dedos en tus cabellos mientras la pasión nos consume en una voraz llamarada, por apretarlos en torno a tus caderas al embestirte con la potencia y la urgencia de mil amantes a su musa anhelante y encamada. Me colma la necesidad de sentir tus mordiscos en mi dermis en el momento en que nuestros cuerpos se funden en un solo ser, en que nuestras almas armonizan al son de  nuestros gemidos, naciendo simultáneamente de lo más hondo de nuestras entrañas, de donde surge el placer más extasiante. Así que dejémonos llevar por nuestra voluntad más primitiva y demos comienzo a un festival en honor a los más sagrados dioses del sexo que, explosión tras explosión del más exquisito y delicioso éxtasis, no terminará jamás.

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