La echo de menos. Echo de menos su presencia, su calor, su contacto, su olor, que me recuerda de continuo su jersey, la única "prenda" que dejó como prueba de su última partida. La canción que tocaba con la guitarra mientras ella se arreglaba en el baño me acaricia los oídos incluso cuando no suena, ajena a los recuerdos que me trae, a los sentimientos encontrados que produce en mí, ese choque de sensaciones contradictorias que vuelan fugaces como un jirón de niebla perdido. Echo de menos su sonrisa, su mirada, su voz, sus abrazos, sus besos, sus "te quiero", sus juegos, sus insinuaciones, sus dobles sentidos, su picardía, su inocencia... La echo de menos. Y la echaré. Porque sé que no volverá a mí. No después de esto. Ojalá se hubiesen dado otras circunstancias. Ojalá hubiese llegado un año antes. Ojalá hubiese podido hacerle cambiar de opinión, que fuese como en las películas, que después de aparecer junto a ella en el último instante, llamarla por su nombre, por encima del ruido, y gritarle que se quedase conmigo, lo hiciese. Pero eso es algo que nunca sucederá. No pude hacer nada. Y ahora la he perdido. Para siempre. Pero si tengo algo claro, es que, por mucho tiempo que pase, ella nunca me perderá a mí.
Siempre tuyo, Guille.
P.D.: Siempre te querré.
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