Me siento a pensar un segundo, y lo único que me viene a la mente eres tú. Intento esconder lo que te echo de menos, pero no lo consigo. La última vez lo llamaste obsesión pasajera. ¿Y ahora que ya llevo así dos años? ¿Obsesión duradera? No sé como hacer para que te des cuenta de que lo que siento no va a cambiar, que no es un capricho, que yo estaré esperándote siempre, que puedes utilizarme para desahogarte cuando lo necesites, que tendrás en mí un amigo mientras lo quieras, un oído atento a cualquier sonido o un hombro impermeable. Quiero que sepas que yo no me rendiré, que estaré aquí esperando mi oportunidad, una oportunidad que puede que nunca llegue, pero por esa pequeña posibilidad de que sí, yo seguiré atento y vigilante a cualquier señal que quieras mandarme.
Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.
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