Tedio. Aburrimiento. Tiempo perdido. Ánimo, ganas y actitud derribados en cuestión de segundos al escuchar un nombre, al mirar el reloj.
Pereza. Hastío.Ojos en blanco, negaciones con la cabeza, náuseas fingidas y reales. Risas contenidas por no llorar.
Las horas pasan a la velocidad de un atasco kilométrico a la salida del trabajo.
Exasperación pura y dura, rabia, indignación e impotencia. Dolor de cabeza, oídos taladrados y voluntad resquebrajada, domada, doblegada.
Falta de preparación, sensación de superioridad, ineptitud e indiferencia para definir al objetivo de desprecio. Un número que puede hundirte la vida para reforzar su posición.
¡Rechazo absoluto ante tal agresión!
Pasividad y sumisión. Ni es la primera vez ni será la última. Voz de alarma y nadie hace nada.
Se mira de nuevo el reloj. El tiempo continúa congelado.
Agotamiento físico y mental. Extenuación espiritual. División de atención. Cien tareas inconclusas. Una prueba copiada, y llenando el cráneo, pelusas. Muerte cerebral, zombie, un cadáver andante y tecleante. Muerte en vida, añoranza de la oscuridad con tal de huir. Pero no hay salida.
Solo tedio.
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