El
Hada Chalada de los Sueños y La Reina de Todo llevan exactamente 17
días de lío. Como las cosas van cada vez mejor, y están tan
cómodos y tan genialmente juntos, se acerca el momento evidente para
cualquier ser de esta tierra menos, por supuesto, queridos oyentes,
para nuestro estúpido y asexual mentecato favorito, La Reina.
Así, el Hada
Chalada se decide, leyendo perfectamente la situación y los
sentimientos de ambos (al contrario que La Reina, como ya hemos
adelantado) y pese a la vergüenza tan adorable que la caracteriza,
comienza a insinuar sus intenciones, comenzando con su ya amado por
todos “¿Y si…?”. Pero esta vez se diferencia evidentemente del
resto porque nuestra heroína no termina su pregunta. La Reina,
totalmente ajena a una situación tan básica para el común de los
mortales, insiste una y otra vez en conocer el resto de la pregunta,
llegando a ofrecer incluso sexo a cambio (hecho del que se daría
cuenta más tarde, para variar), accediendo al final a cumplir la
condición impuesta por el Hada Chalada sin todavía conocerla. Esta,
creyendo que su interlocutor portaba más de media neurona en ese
momento, lanza la condición pensando que sería un gran spoiler: “A
cambio quiero una respuesta”.
Tras algo más de
insistencia por parte de La Reina para ayudarla a superar su linda
timidez, el Hada Chalada se decide. “¿Y si… salimos?”. Tras
una breve pausa en la que claramente se escuchó el sonido de unos
oxidados engranajes girando con esfuerzo y a trompicones, nuestro
anti-héroe, en un despliegue de audacia y agudeza mental pura y
dura, responde: “¿A dónde?”. Tras una mirada de incredulidad
ante una broma en un momento así, el Hada Chalada cae en la cuenta
de que la pregunta nace de la combinación de las más absolutas
sinceridad y estupidez y rompe a reír sin control. La Reina,
percatándose en ese mismo instante de que algo no encaja, vuelve a
poner en marcha el despiezado mecanismo de su cabeza y, casi diez
eternos segundos después, comprende el verdadero significado de la
pregunta y, presa de la mortificación y la vergüenza, luciendo en
su cara la definición de la expresión ‘tierra trágame’,
convencido de haber roto la magia del momento y de haber hecho al
Hada Chalada arrepentirse de su propuesta, libera de sus entrañas un
largo “¡Aaaaaaaaaaaaah!” de entendimiento y, con apenas un hilo
de voz, y rezando a todo el panteón de sus dioses, pronuncia, por
fin, el esperado “Sí, claro que sí” que dio comienzo a nuestra
novela romántica favorita con la que hoy os entretengo, queridos
oyentes. Acompañadme en esta aventura de amor y estupidez absoluta
y, os lo prometo, no os arrepentiréis.