Cuando la noche cae
y me cubre el manto estrellado,
sueño pensando enamorado
en la sonrisa que me distrae.
Dando vueltas y vueltas en vela,
mi amor por salir lucha,
el corazón habla, el cerebro no escucha,
entierro la cara en la almohada de tela.
Así pasan horas y horas
pensando en ella, mi única musa,
que atormenta mi mente confusa
con bellezas cegadoras.
Al reír, esos hoyuelos,
suspiros en mi alma fieros,
causan insomnios placenteros
en que escribo mis anhelos.
¿Y finalmente qué sucede
si mi musa, inspirar, no inspira?
No puede haber tal mentira
si la pasión a la razón precede.
Y recitándole todos mis versos
me doy cuenta de una verdad:
que no hay mayor realidad
que a una musa amores diversos.
Siempre tuyo, G.
P.D.: Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario